Technotronic explora una serie de referencias estéticas que pueden ayudar a edificar un breve relato visual de la historia del videojuego. A partir de pinturas, esculturas, textiles, backlights o máquinas, las y los artistas que exhiben nos devuelven de forma analógica el imaginario de visualidades que han consumido de forma digital a través de sus años de gamers.
Hay en las representaciones estéticas de los videojuegos, y por ende en las obras exhibidas, un tiempo indefinido. Son, de algún modo, un portal de acceso hacia un lugar sin ninguna geografía evidente. Escenarios pesadillescos, abstracción geométrica, ruinas, sobredosis de estímulos, alucinaciones, op-art, mitología clásica, el derrumbe, lo monstruoso, el ilusionismo, el caos y la violencia maquillada son algunos de los elementos que se fusionan de modo aleatorio en ese viaje fantástico que es ingresar a un videojuego. Ese remix de imágenes regurgitadas compone una imagen total, genérica, post-internet.
Inspirado en los icónicos SACOA, Technotronic evoca – a partir de su diseño expositivo – esos casinos de las infancias, espacios en donde la alteración multisensorial y la presencia de fuertes estímulos inducen el consumo. Con una ornamentación abarrotada de colores y con geometrías domésticas remarcadas a propósito, estos templos de la diversión inyectan una sobrecargada cantidad de flujos de información sensitiva. Es que en ese túnel vertiginoso que nos proponen los fichines, lo difícil – al igual que en los videojuegos, en los shopping, en los museos- es encontrar la salida.
Joaquín Barrera y Laura Spivak, marzo 2023