Maria "Kuki" Pierri fue el primer encuentro que tuvo Trinidad Metz Brea con el acto de pintar, de dibujar, de descubrir cómo en cada trazo hay una forma de transmitir una mirada que nos puede llevar a un lugar otro. Como ecos en la bruma reúne obras que crearon ambas artistas en conjunto, obras interve- nidas una por la otra y obras producidas especialmente para la exposición.
Durante la cuarentena, abuela y nieta retomaron una actividad que hacían durante sus veranos en la Unidad de vida, la casa que las recibió durante varios veranos en Córdoba. Esta vez fue Trinidad quien le propuso a su abuela juntarse a pintar y trabajar juntas para encontrar un refugio, un lugar de escape frente a la incertidumbre del devenir mundial.
Sin embargo, Ecos en la bruma empezó mucho antes de esa invitación, probablemente cuando Trinidad encontró una pintura de 1988 de su abuela "abandonada" en la casa que hoy habita. La pieza representa un paisaje que oscila entre lo fantástico y lo real, una especie de pintura encantada que Metz Brea utilizó como escenario para sus seres (figuras con reminiscencias humanas, animales y vegetales). Este gesto resalta el clima incorruptible de lo maravilloso que ya tenía el paisaje de Kuki y es potenciado por el hecho de que ésta, y cada obra que hizo Pierri, es abrazada por marcos de colores de filamentos PLA que le otorgan a cada pintura un marco afectivo y una nueva dimensión objetual.
Al entrar a la sala, el espectador se sumerge en una especie de recinto protector, una gran caverna enigmática que crearon ambas artistas donde conviven en perfecta armonía: imágenes
bidimensionales íntimas y subjetivas que actúan como ilustradores espontáneos de cuentos cándidos y bellos, con paisajes y cuevas que respiran un aire fantasioso, una escultura que parece hecha de estalactitas y un mural con imágenes tan complejas como llenas de delicados detalles. En un sector del fondo, hay un empapelado lavanda diseñado por Metz Brea donde llueven ángeles caídos y danzantes que convierten al visitante en una pieza más de este poético refugio.
Trinidad Metz Brea imprime con la potencia de las nuevas tecnologías lo híbrido, lo posthumano, la antropofagia cultural, la Internet, la noche, el apocalipsis y las disidencias. Mientras que las pinturas de Maria "Kuki" Pierri pueden enmarcarse en lo que se denomina "pintura ingenua" o "pintura de domingo". Sus rasgos son la pureza, el predominio de lo espiritual y la omisión inconsciente de los dilemas académicos como pueden ser la perspectiva, la composición y el claroscuro. Su contenido no busca satisfacer las demandas externas, a Kuki la mueve un impulso de necesidad, una facilidad, una predisposición innata y sentida de crear, de dar color al mundo. Su pintura, es el sitio donde la ingenuidad y el misterio se encuentran y conviven en un lenguaje que torna mágico aquello que a simple vista puede parecer sencillo. A modo de statement, y sin ser consciente de ello, cada una de sus obras logró mantener a lo largo de los años una paleta tan particular como atrapante. Con su obra, Pierri no busca resolver las demandas impuestas por la academia, solo existe la sinceridad de hallar alivio a "otros" problemas: los de la vida cotidiana. La sinceridad e inocencia con la que trabaja Kuki operan como filtros mágicos que fueron enmarcados por su nieta, dándoles una entidad que quizás ella misma nunca creyó poseer pero que siempre tuvo.
Irene Gelfman, abril 2022